un día mis caricias tomaron forma de Buenos Aires,
incendiaron mi corazón a fuego lento
y se mezclaron con los hormigueros de la muchedumbre.
mis caricias sintieron el roce obsceno de
muslos desafiantes,
muslos desafiantes,
la calidez de abrazos fraternos, el gusto agridulce de la ausencia anticipada
mis caricias se volvieron: tango.
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