domingo, 24 de febrero de 2013


Alzarse. Alzar la cabeza, por elección o por necesidad. Mirarse a los ojos y decir que volvemos a comenzar. Lo que vuelve a comenzar siempre es otra cosa. Siempre es inaudito. Porque no es el pasado lo que nos empuja, sino precisamente lo que en él no ha advenido.

viernes, 22 de febrero de 2013

Autodestrucción, sin embargo, no en el sentido guay de la palabra. Nada de música alta, drogas, sexo desenfrenado, ni consecuencias a largo plazo. Autodestrucción aquí y ahora. Aquí y para siempre. Ahora y para nunca jamás.

martes, 5 de febrero de 2013

De vez en cuando (muy de vez en cuando) digo alguna cosa, que, al menos en mi cabeza, suena a sabiduría. Parece que puedo ver con claridad como funciona el mundo, la gente, la suerte y la vida. Me lleno de calma y abandono el rencor, que nos hace ser tan humanos y creer que el otro se equivoca, y sentir que el otro se equivoca, y, odiar que el otro se equivoque. Pero bajo la calma y el sosiego, es muy facil discernir que, tú siempre te equivocas, yo siempre me equivoco, ¿Cómo sería entonces capaz, minimamente, de odiar al de al lado por hacer lo mismo? ¿Cómo podría entonces sentir que tengo razón y no soy yo el que está errando? Es entonces cuando me abandona la sabiduría, a nadie le parece sabio un inseguro. Los sabios afirman, sin lugar a dudas, exactamente cómo son las cosas, sin pararse a pensar en opiniones, ni mucho menos en el de al lado. Qué le den al de al lado, yo soy sabio, y él un idiota. Mi calma desaparece, y toda la claridad que me dejaba ver la vida cómo es se va con ella. Y siempre, al final, mis ideas huelen igual de mal que las de cualquiera.

lunes, 4 de febrero de 2013

Entonces, visto lo visto, y dado lo dado,
he de tomar una decisión.
Y mi decisión es no hacer nada. De nada.
Dejaré que te evapores y salgas por el conducto de ventilación,
junto a mi sentir, y mis ganas de verte.
Nunca, repito, nunca,
confieses a un hombre que estás loca.
Es como darle el arma con la que te matará.
Es como, por decir como, entregarle los argumentos para que se aleje, se marche, no mire para atrás.
Le entregas un contrato, ya cerrado, para que, simplemente, lo firme.
Que fácil. Qué fácil puede llegar a ser la autodestrucción.